Todos tenemos un videojuego un juego favorito, un juego que nos trae buenos recuerdos de la infancia, un juego que está amarrado a una buena historia. No importa si es una gran título o pertenece a una franquicia, todos tenemos un juego favorito. En mi caso, Sonic The Hedgehog 2 es ese juego favorito.
La primera vez que jugué Sonic The Hedgehog 2 fue en Québec, Canadá. Era 1993 y lo recibí como regalo junto a la Sega Genesis modelo 2. En aquel entonces la guerra de las consolas de 16bits estaba en su punto más alto. En esos años las consolas de videojuegos aún eran un artefacto extraño en las casas de cualquier familia, era una industria en etapa de crecimiento y tener un sistemas de entretención era sinónimo de dudas o temor por parte de los padres. En 1993 no me importaron demasiado las dudas ni del frío invierno de Québec para dedicarle varias horas a Sonic en el living de nuestra casa en Rue Laprade. Mientras afuera caída un metro de nieve, yo me esforzaba etapa tras etapa por avanzar en Sonic The Hedgehog 2. Fue un invierno memorable. Desde aquel entonces comencé a sentir un cariño especial al erizo azul.
Cuando lo comencé a jugar, las primeras cosas que llamaron mi atención fueron sus coloridos escenarios, su música con fuertes ritmos y por su puesto la velocidad de Sonic 😮. Si bien no tenía mucha experiencia jugando consolas caseras, ya que hasta entonces solo había jugado con una Atari 2600 (con unos sprites poco finos y movimientos más limitados), nunca había visto tal velocidad en un juego de plataforma. Rápido, rápido, rápido… Era increíble como Sonic se movía, daba saltos asombrosos al pasar por los resortes y la dinámica que lograbas dentro de cada escenario desafiaba a la misma física del juego. Otro aspecto que recuerdo y que llamó especialmente mi atención fueron las etapas bonus, las cuales le daban frescura a cada etapa y marcaban la diferencia con respecto a otros juegos de la época. Todas estas pequeñas novedades comenzaron a cautivarme. Sin duda fueron muchas horas de juego.
Una de los escenario que más recuerdo es Casino Night Zone. Ambientado en un casino tipo Las Vegas, donde Sonic tiene que abrirse paso por diferentes obstáculos. Es común ver en esta etapa partes y componentes de máquinas de pinball o ruedas de traga monedas. La banda sonora de la zona es sensacional, es una de mis favoritas y concuerda muy bien con la atmósfera del escenario, generando un ambiente que te transporta a los casinos de juegos. Por último, como era tradicional en todas las zonas en Sonic The Hedgehog 2, al finalizar la etapa de debes enfrentarte a Dr. Robotnik. En este escenario la batalla se libra en un especie de pinball gigante, donde este malvado personaje te arroja bolas explosivas. Un par de golpes, unos saltos y ¡la victoria era tuya!. Casino Night Zone, una etapa simplemente inolvidable.
Sonic The Hedgehog fue la respuesta de Sega para enfrentar la guerra de las consolas en los 90s. Nintendo y Mario Bros llevaban la delantera en ventas y posicionamiento en el mercado. Tras múltiples fracasos con mascotas corporativas, Sega necesitaba encontrar a un personaje que representara al espíritu de la marca. Así fue que en 1991 llegó Sonic a darle el impulso que la compañía necesitaba.
Para los que tuvimos una Sega Genesis en los 90s, sin duda Sonic The Hedgehog 2 es un título inolvidable y nostálgico, cargado de recuerdos de infancia, infaltable en cualquier colección de video juegos retro.
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