En 1977, la industria de los videojuegos se enfrentó a una crisis inesperada que casi la destruye por completo. En un mercado saturado y sin grandes innovaciones, las principales compañías tuvieron que luchar para sobrevivir. ¿Qué desencadenó este colapso y cómo la industria logró recuperarse?
Toda industria que nace, debe pasar por su prueba de fuego, una prueba ineludible que la marcará para siempre. Solo hay dos resultados, sobrevives o mueres, no hay más alternativas, menos segundas oportunidades. El mercado y los consumidores no perdonan afirman los expertos, menos si el producto ofrecido rompe con lo establecido. Muchos recuerdan el crash de 1983 como la primera gran prueba de la industria de los videojuegos, un bautizo de fuego. Años antes hubo otro evento, menos conocido pero a la vez fundamental. El año 1977 fue clave para la industria y puso en aprietos a las empresas desarrolladoras de videojuegos. Este fue el primer crash de la historia.
El comienzo de la historia
A principios de la década de 1970, la fiebre por los videojuegos se estaba fraguando poco a poco. Atari, fundada en 1972 por Nolan Bushnell y Ted Dabney, se convirtió en la empresa pionera con su famoso juego arcade Pong. Este éxito inicial llevó a Atari a desarrollar la Pong Console, una versión doméstica del juego, lanzada en 1975. El entusiasmo por los videojuegos fue inmediato, la fiebre por los juegos electrónicos contagio a muchos, y las ventas de la Pong Console superaron las expectativas, vendiendo más de 150.000 unidades en su primer año, según narra el periodista Steven L. Kent.
El éxito que cosecha durante esos primeros años Atari resulta ser una inspiración para otras compañías que veían en los videojuegos un mercado atractivo. Para inicios de esa década, Magnavox ya había lanzado su Odyssey, la primera consola de videojuegos doméstica, que contenía varios juegos simples, una verdadera innovación, delineando los primeros trazos de lo que sería la industria décadas más adelante. Poco después, Coleco lanzó su Telstar en 1976, una consola dedicada exclusivamente a variantes de Pong. La industria poco a poco comenzó a crecer en cantidad. Toda esta oferta en el mercado tenía un elemento común: eran sistemas cerrados. Todos los sistemas de esos primeros años permitían jugar solo a los juegos que se incluían en el hardware, lo que rápidamente llevó al agotamiento de la experiencia de juego para los consumidores. Lo que se ofrecía como una novedad, con el tiempo poco a poco se comenzó desvanecer.
La sobreabundancia
Para 1977, había al menos 15 consolas diferentes en el mercado, todas compitiendo por la atención del consumidor en un mercado saturado y cada vez más monótono. Empresas como RCA, Fairchild, y Mattel se unieron a la carrera de los videojuegos domésticos, pero ninguna logró ofrecer una propuesta realmente diferenciadora. La competencia era feroz y la falta de innovación en las consolas contribuyó a una sobresaturación del mercado. Según informes de la época, solo en los Estados Unidos, había más de un millón de consolas sin vender apiladas en almacenes.
El problema no solo era el exceso de stock y oferta, sino que también que los sistemas disponibles eran caras y, para 1976, las ventas comenzaron a estancarse. Muchas de estas consolas ofrecían solo una o dos variaciones de Pong u otros juegos similares, lo que llevó al agotamiento del interés por parte de los consumidores. Para los minoristas, mantener estos productos sin salida comenzó a ser insostenible, y muchos dejaron de comprar nuevas unidades de consolas, en lo que sería el preludio de la crisis.
Fairchild y la innovación prematura
En 1976, la empresa norteamericana Fairchild Semiconductor decidió tomar una dirección diferente y lanza una consola que prometía romper con la monotonía del mercado. La Fairchild Channel F, diseñada por el ingeniero Jerry Lawson. La gracia de la consola de Lawson fue ser la primera consola en utilizar cartuchos intercambiables. Lawson había solucionado uno de los principales problemas que frenaba esta tecnología y que martirizaba a los ingenieros de la época, la electricidad estática producida por la entrada y salida de cartuchos. Con el problema resuelto, se permitió a los jugadores cambiar entre múltiples juegos en una misma consola, algo impensable en las consolas anteriores, generando un impacto potencial con este avance revolucionario.
Sin embargo, a pesar de la innovación que representaban los cartuchos, la Fairchild Channel F llegó en el peor momento. Las ventas fueron decepcionantes debido al bajo interés general en los videojuegos domésticos en ese momento, y la consola no logró obtener el éxito comercial esperado. En un mercado ya saturado, los consumidores no estaban dispuestos a arriesgarse con una nueva tecnología cuando aún no estaban convencidos del valor de las consolas. Fairchild vendió menos de 250,000 unidades en su ciclo de vida, una cifra mucho menor de lo que esperaban. Este hecho vuelve a ratificar que muchas veces las tecnologías disruptivas pocas veces logran un éxito, requieren muchas veces un tiempo y momento oportuno, una maduración suficiente para asentarse en una industria.
Atari 2600: la salvación tardía
Mientras tanto, Atari también enfrentaba serias dificultades. Aunque su Pong Console había sido un éxito, Nolan Bushnell sabía que Atari necesitaba evolucionar si quería sobrevivir a la crisis. Con esta idea y objetivo en mente la compañía desarrolló la Atari Video Computer System (VCS), conocida más tarde como Atari 2600, que fue lanzada en septiembre de 1977. Siguiendo el camino que construyó la malograda Fairchild Channel F, el Atari 2600 utilizaba cartuchos intercambiables. A pesar de incorporar esta tecnología novedosa, su lanzamiento fue accidentado.
Inicialmente, las ventas del Atari 2600 fueron lentas. En su primer año, Atari vendió alrededor de 250,000 unidades, una cifra modesta considerando las expectativas. La compañía, que había invertido enormes sumas en el desarrollo y producción de la 2600, enfrentaba una crisis financiera y estaba al borde del colapso. Warner Communications, que había adquirido Atari en 1976 por 28 millones de dólares, se vio obligada a inyectar capital adicional para mantener a flote la compañía y salvarla de la quiebra.
El primer crash
El periodo 1976-1977 marcó el peor momento para la industria de los videojuegos hasta ese entonces. A pesar de las innovaciones tecnológicas, las ventas de consolas colapsaron, y muchas empresas abandonaron el mercado o cerraron sus divisiones de videojuegos. Coleco, que había sido un competidor relevante con su consola Telstar, perdió más de 20 millones de dólares en 1977. Fairchild también se retiró de la competencia tras las decepcionantes ventas del Channel F.
Este efecto dominó de quiebras y la huida de empresas de la industria constituyó el primer crash de la industria de los videojuegos. El crash de 1977 fue provocado por varios factores: la saturación del mercado, la falta de innovación en las consolas dedicadas y el desencanto de los consumidores. Las cifras son claras al respecto, se estima que el mercado de consolas en EE.UU. pasó de más de 400 millones de dólares en ventas en 1975 a menos de 100 millones en 1977, generando que muchas compañias que apostaron y destinaron recursos para el desarrollo videojuegos tuvieran que abandonar la cruzada o implementar profundos recortes a sus operaciones. Este fue el primer cachetazo que vivieron las empresas desarrolladoras, haciendo palpable que no toda innovación conducía al éxito inmediato y perpetuo. Como sabemos, este aprendizaje de poco servio, y en la década siguiente este fenómeno volvería como un deja vu.
El renacimiento tras el crash
Pese a este colapso, el modelo de los cartuchos intercambiables demostró ser la solución a la crisis. En 1978, Atari logró asegurar un acuerdo con Taito para llevar Space Invaders al Atari 2600, lo que marcó un punto de inflexión. Space Invaders fue el primer gran éxito de los videojuegos caseros, impulsando las ventas de la consola y dando inicio a una nueva era de crecimiento para la industria. Gracias a este éxito, Atari vendió más de 1 millón de consolas en 1979.
El crash de 1977 dejó lecciones importantes: la innovación tecnológica por sí sola no es suficiente, y es esencial comprender las necesidades del consumidor y los ciclos del mercado. Si bien el periodo fue devastador para muchas compañías, el Atari 2600 emergió como la primera gran consola de la historia, adquiriendo el rótulo olvidado de ser la salvadora de la industria.
Un legado subestimado
Aunque el crash de 1977 no es tan conocido como el de 1983, fue un momento clave en la evolución de los videojuegos. Empresas como Fairchild, RCA y Coleco no sobrevivieron a esta crisis, pero sus innovaciones y errores ayudaron a definir el futuro del mercado. Atari, a pesar de haber estado al borde del colapso, encontró en el invento de Lawson y en juegos como Space Invaders el camino hacia la salvación, allanando el camino para la era dorada de los videojuegos en los años 80.
En retrospectiva, el crash de 1977 fue un recordatorio de la volatilidad de la industria de los videojuegos en sus primeros años. Hoy en día, es fácil olvidar los primeros tropiezos, pero sin estos desafíos iniciales, la industria probablemente no habría aprendido las lecciones necesarias para prosperar.